La historia real detrás de Árboles de Paz, la conmovedora película de Netflix
La inspiradora cinta está inspirada en los hechos ocurridos durante el genocidio en Ruanda
Árboles de Paz (2022) es una de las más recientes e inspiradoras incorporaciones al catálogo de Netflix y no te la puedes perder. La cinta se estrenó apenas este viernes 10 de junio y el debut de Alanna Brown como directora ha cautivado ya a la audiencia y a la crítica.
La cinta nos sitúa justo durante la matanza a los tutsis por parte de los hutus en Ruanda, en donde cuatro mujeres de orígenes muy distintos se ven encerradas en una bodega subterránea para salvar sus vidas:
Mutesi (Bola Koleosho), es una mujer tutsi que ha sufrido abuso a lo largo de su vida y usa la ira como mecanismo de defensa; Jeanette (Charmaine Bingwa), es una una monja tutsi que pondrá a prueba su fe ante los actos atroces; Annick (Eliane Umuhire), es una mujer embarazada que a pesar de ser hutu es igual perseguida por ayudar a los tutsis; y Peyton (Ella Cannon), es una voluntaria estadounidense cuyas culpas del pasado la consumen.
Las cuatro pasarán días y días esperando a que todo termine mientras encuentran en la otra un refugio de paz; y a pesar de ser completamente distintas, aprenderán a sortear los escenarios más adversos, todo, dentro de un pequeño cuarto con apenas una ventana al exterior.
¿Árboles de Paz está basada en una historia real?
Como lo pudimos ver desde el principio, la historia se basa en el genocidio de Ruanda, en el que más de un millón de personas perdieron la vida entre abril y julio de 1994, sin embargo, la historia relatada por Alanna Brown es una ficción, así que Mutesi, Jeanette, Annick y Peyton no son personajes históricos, pero sin duda la directora tuvo que hacer un arduo trabajo de investigación para entregar la película más verosímil para abordar el tema con tal sensibilidad y precisión.
La cineasta tuvo que viajar a Ruanda en el 2019 y habló con varios sobrevivientes para entender mejor el contexto de la historia que quería mostrar al mundo, y ahí descubrió que después de la tragedia, la participación de las mujeres en el gobierno ruandés pasó del 18% al 56%, la más alta del mundo.
Alanna encontró este hecho sumamente inspirador, y decidió entablar la narrativa desde la perspectiva femenina, que tanto impacto tuvo en la sociedad, dando como resultado una cinta que si bien es cruda y tiene sus momentos devastadores, también se percibe fresca y esperanzadora, pero sobre todo, necesaria.